19/04/2024 - Edición Nº1962

Policiales | 10 jul 2011

Cayó una banda de narcotraficantes en la ciudad de Lobos

Estaba encabezada por dos policías bonaerenses. Trabajaban en la delegación de drogas ilícitas de la ciudad de lobos.


El oficial principal Juan Rossi y el sargento Sandro Guzmán habían montado "cocinas" de drogas. El juez César Melazo secuestró armas, balanzas de precisión, autos y cocaína de máxima pureza. Por ahora, son ocho los detenidos.

Cuando lo citaron a una reunión en la oficina de Asuntos Internos del Ministerio bonaerense de Justicia y Seguridad, el oficial principal Juan Rossi no imaginó que ese encuentro marcaría el fin de su carrera como policía. Dejó su auto en el estacionamiento del edificio de la ciudad de La Plata donde funciona la cartera a cargo de Ricardo Casal y caminó con soberbia a la cita.

Dentro del coche Rossi había dejado algunas bochas de cocaína, una balanza de precisión y el teléfono celular que usaba para comercializar la droga en el municipio de Lobos, la jurisdicción que debía custodiar como miembro de la Delegación de Drogas Ilícitas. "La verdad que sorprendió su detención porque había colaborado en otras causas de drogas para detener a policías.

El que le descubrió la voz en las escuchas telefónicas fue un compañero suyo de la escuela Vucetich. No lo podía creer", destacó el fiscal Álvaro Garganta, a cargo de la UFI Nº 11 de La Plata, que investigó durante más de dos meses al policía narco.

Pero Rossi no trabajaba solo. El oficial tenía a su lado al sargento Sandro Guzmán que lo acompañaba a todos lados y chequeaba que las operaciones no fracasaran. Ambos habían montado una organización que vendía drogas en los municipios de San Miguel del Monte, Lobos y Ezeiza.

Según los voceros, los policías tenían una casa antigua en las afueras de Lobos, con las paredes pintadas sin mucho esmero, rejas antiguas y pisos de pinotea. En el parque podía verse un caballo atado y el pasto descuidado. Nada hacía parecer que dentro funcionaba una de las cocinas donde los agentes estiraban la droga. En esa vivienda los investigadores hallaron un kilo de "alita de mosca", cocaína refinada, marihuana, una ametralladora, una carabina con mira telescópica, autos importados y varias motos de alta cilindrada. También detuvieron a una chica de 17 años y a Mariano Cattoni, el gerente del negocio, que en el pasado purgó condenas por narcotráfico y robos de autos. La otra factoría de los narcopolicías funcionaba en Ezeiza y era regenteada por ciudadanos colombianos, a cargo del tratamiento de la cocaína "fina", de máxima pureza.

Sin embargo, lo que más asombró al fiscal durante la instrucción del caso es que a través de las escuchas telefónicas pudo determinar que habría más policías involucrados en la trama de la organización y que las complicidades llegarían hasta lo más alto de la cúpula de la Bonaerense. "Lo curioso es que Rossi también trabajaba para la fiscalía de Saladillo. Y había apresado a varios de sus propios vendedores cuando se sentía acorralado. Dentro de la Bonaerense ya no es todo blanco y negro: cada vez hay más grises", explicó uno de los policías que participó en el resto de los allanamientos, donde además fueron detenidas otras cuatro personas.

En este sentido, las fuentes agregaron que la causa le puede traer más de un dolor de cabeza a políticos, policías y empresarios de la zona. "La investigación está en curso. Hay que esperar el análisis de la documentación de los coches, de la droga, de las grabaciones telefónicas y las vinculaciones con políticos", dijo el juez César Melazo, que autorizó los allanamientos.

Para Melazo "la ciudad de Lobos estaba libre de humo pero no de droga" en referencia a que existía una zona liberada por la policía para el comercio de drogas, manejado por los mismos agentes que debían investigar las redes de narcotráfico. "Una vez más vemos la necesidad de la rinoscopía para todos, no puede ser que los que investigan, los que controlan y los que juzgan no tengan tabique", cerró Melazo.

Fuente: Tiempo Argentino.

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